SOBRE EL CONOCIMIENTO DEL COMUNISMO POR PARTE DE LA CLASE OBRERA DE NUESTRO PAÍS.

Enrique Velasco

Dos sistemas: el socialdemócrata y el comunista.-

 

Todo esto que estamos viendo, nos llevaría a pensar que, de una parte, los socialistas (los partidos socialistas) siguen una práctica socialdemócrata; los comunistas, tienen también una práctica socialdemócrata. Nos referimos a los comunistas europeos (italianos, españoles, franceses, portugueses). Y de otra parte, los comunistas que gobiernan en la actualidad, siguen un camino que les conduce al control por el partido de toda la producción, así como el control y la dirección de las instituciones que aseguran su reproducción en las mismas condiciones (la policía, el ejército, el Gobierno, los periódicos, libros, televisión, radio, escuelas, iglesia, etc.).

Se trataría, por tanto, de dos sistemas, el socialdemócrata y el comunista. Las dos ramas en que se dividió el socialismo europeo en los años veinte del  siglo XX, han acabado diferenciándose cada vez más y están en este momento, en las posiciones que hemos visto.

Los socialistas han acabado asentados en el terreno del trabajo por cuenta ajena, coincidiendo en esto con los partidos conservadores. Unos y otros orientan las instituciones, cuando las dirigen hacía una cómoda reproducción del capital, manifestando en sus programas (y sobre todo demostrando en sus prácticas) que ésta es la mejor forma de favorecer a los trabajadores.

No obstante, los partidos socialistas no comparten con los conservadores la manera de reproducirse los trabajadores. Los conservadores ven esta reproducción como algo privado individual del trabajador, que ordenará y gestionará a su manera (se buscará y pagará su médico y su medicinas, se buscará y pagará la enseñanza de sus hijos, contratará un seguro para su vejez o invalidez, orientará sus diversiones y se las pagará con su dinero, asimismo su vivienda su asistencia jurídica, etc.). Los socialistas por su lado son partidarios de que todas estas necesidades las gestione de forma colectiva una institución especializada para cada caso. Se crea así una red de instituciones que responden con sus medios económicos y técnicos a las necesidades más comunes de los trabajadores en caso de necesidad (Sanidad, Seguridad Social), o para facilitar su integración en la sociedad en que viven (enseñanza, ocio, cultura, etc.). Estas instituciones se pagan, en parte, a través de los presupuestos generales del Estado, es decir con los impuestos, y en parte, con las cuotas que pagan los propios trabajadores. Por esta razón los impuestos han de ser muy altos, ya que hay que hacer frente a unos servicios que son muy caros. Es el caso de Suecia y los demás países escandinavos, donde los impusieron los socialistas.

Hay que aclarar, sin embargo, que los conservadores, incluso en los países donde gobiernan hace muchos años (por ejemplo en los Estados Unidos, donde el socialismo ni siquiera existe como partido político que cuente en las elecciones), crean unos servicios mínimos (en sanidad, desempleo, asistencia social) para la reproducción de los trabajadores de salarios más bajos, sobre todo para los emigrantes.

Como dijimos antes, el movimiento obrero y sus organizaciones, no se inclinan en forma general hacía uno u otro sistema. Los argumentos son numerosos hacía uno y otro lado. El conjunto de instituciones que prestan en forma colectiva los servicios que hacen frente a las necesidades de los trabajadores en su reproducción (el llamado Estado del Bienestar), cuestan muy caros y las pagan con sus impuestos los trabajadores (ya que los que pagan las empresas no hacen más que trasladarlos a los consumidores de sus productos o servicios, como es natural). Los conservadores piensan que todo el dinero que se gasta en la organización y funcionamiento de todo ese entramado de organizaciones, se puede ahorrar y aplicarlo a mejorar los salarios. Los socialistas, por su parte, entienden que la reproducción organizada en forma colectiva es la que mejor garantiza un relevo ordenado de la fuerza del trabajo. El capital, por su parte, no tiene preferencias, lo que necesita para funcionar bien, se lo proporcionan ambas opciones

 

La reproducción en ambos sistemas, el capitalista y el comunista, hemos visto que persigue mantener al trabajador en el mismo grado de dependencia.

En un caso, quien decide lo que se produce, cómo se produce, y qué se hace con lo que se produce, es el capitalista; y en el otro, estas mismas decisiones las toma quien redacta el plan (los planes, el gran plan y los planes que los desarrollan), y quienes lo ejecutan.

En la práctica es así. En la propaganda, en la forma de presentarse a sí mismos, los representantes de uno y otro sistema, sin embargo, no es así.

En su programa, en sus proyectos, en su presentación ante los trabajadores para obtener su apoyo, el partido comunista chino, cubano, ruso, pide este apoyo y esta cobertura de los trabajadores, precisamente para acabar con esa dependencia a que se encuentran sometidos en el trabajo, y, por lo tanto, en su propia vida. El partido indicará el camino y acompañará en él a los trabajadores para acabar con esa dependencia, para acabar con el sometimiento que sufren en su forma de trabajar.

El capital, y los partidos políticos que lo representan, solicitan el apoyo de los trabajadores, prometiendo conseguir una mejora constante en sus salarios, en sus pensiones, en su jornada de trabajo, en la mejora de las escuelas de sus hijos, en la atención sanitaria, una amplia participación, mediante sus representantes, en todas las instituciones, y con todo ello, una vida material más rica y segura, y una vida cultural más amplia. Sin embargo acabar con las condiciones de dependencia en que se presta el trabajo, no aparece en ninguno de sus programas.

Los trabajadores directos de la producción material (los albañiles, los mineros, los pescadores, los jornaleros del campo, los trabajadores de los talleres y fábricas industriales, los ferroviarios), desarrollan su actividad diaria, en uno y otro sistema, con un grado de dependencia muy parecido. En un sistema y en otro, obedecen, ejecutan y se les paga por ello.

Estamos considerando la práctica. Lo que ha ocurrido y lo que está ocurriendo.

En el país donde el capital ha llegado a sus consecuencias deseadas más elevadas, los Estados Unidos, la situación de los trabajadores es la descrita. Y en el país en que un partido comunista ha dirigido la producción y las instituciones que la reproducen un periodo más largo de tiempo, la Unión Soviética, tanto el partido comunista como las instituciones y trabajadores han decidido pasarse al sistema capitalista. En la República Popular China, con un crecimiento económico que los propios dirigentes capitalistas admiran, parece que su objetivo principal sea, por el momento, la mejora en el conjunto de los trabajadores. Y para ello, cuentan con la participación de los capitales extranjeros, y de los propios capitalistas chinos, a quienes han admitido en el seno del propio partido comunista.

El sistema que no contempla, ni en su propaganda ni en su práctica acabar o al menos transformar las condiciones de dependencia en que se presta el trabajo por cuenta ajena, es el más aceptado, prácticamente en todo el mundo por los trabajadores y sus organizaciones. Mientras que el que se presenta como liquidador del sistema capitalista, acaba, en la práctica, manteniendo al trabajador en una situación de dependencia en el trabajo muy similar al anterior.

Estas consideraciones vienen fundadas en el abandono del comunismo en la URSS, y prácticamente media Europa, y por la aceptación progresiva del funcionamiento del capital en el seno de la República Popular China.

En la Unión Soviética ha sido donde ha tenido lugar el experimento comunista con mayor profundidad y mayor extensión en el tiempo.

Se trataba de llevar a la práctica el conjunto de ideas, proyectos, y programas que venían predicando los socialistas desde el comienzo de su existencia.

En el terreno de la práctica, el movimiento socialista había impulsado la mayor parte de las organizaciones obreras que enfrentaban diariamente a los capitalistas en la busca de mejoras en las condiciones del trabajo y de vida de los trabajadores. Las huelgas, manifestaciones, insurrecciones eran sus armas, y las represiones y todo tipo de violencias la respuesta habitual que obtenían.

En el terreno de las ideas, acumulaban las antiguas aspiraciones emancipatorias, utópicas, y los más cercanos estudios de intención científica como eran algunas de las obras de Marx y Engels, y las de carácter más de acción de partido de Lenin y sus compañeros en la lucha y en la reflexión.
En Rusia con ocasión de la primera guerra mundial, se encontraron con la coyuntura de poder hacerse, a través de la acción del partido bolchevique, con la dirección del gobierno y del ejército (lo que quedaba de ellos en el final de una guerra que se iba perdiendo).

Las primeras acciones de gobierno se encaminaron a poner fin a las operaciones de la guerra que habían arruinado completamente a la población. A poner un poco de orden en el transporte ferroviario (tan importante en un país tan inmenso), y a organizar la producción,  después de poner toda la industria y las grandes fincas agrícolas bajo la dirección del gobierno. Salvar la primera cosecha  de cereales y lograr que estos a  través del ferrocarril, llegaran a los lugares donde la gente moría de hambre, fueron su primer desafío.

El comunismo de guerra, así lo llamaron, consistió en controlar desde el gobierno (partido realmente, porque el jefe de gobierno era el secretario general del partido) toda la producción, distribución y consumo. La industria trabajaba principalmente para mandar el frente armas y municiones y los campesinos trabajaban para alimentar a los trabajadores de la industria y a los soldados. Esta práctica, este funcionamiento de la economía, tuvo una gran influencia en el pensamiento posterior del partido,  nunca olvidaron esta especie de tarjeta  postal –esta foto fija-: todos los trabajadores trabajando para todos los trabajadores. Algo así debe ser el comunismo, debieron pensar.

Terminada la guerra, volvieron a planteárselo todo. Y lo que consideraron más importante en aquel momento fue aumentar la productividad en la agricultura (la mayor parte de la producción agrícola estaba en manos privadas de los campesinos) para poder, según hemos visto ya, aumentar la productividad de la industria y suministrar así maquinaria a la agricultura. Así venía escalonado y así decidieron hacerlo. No encontraron otro camino que la colectivización de la agricultura (la industria ya estaba en manos del gobierno), y bajo la dirección (la planificación) del gobierno, poner todo el aparato productivo a funcionar al máximo que permitiera el conjunto

 

Así superaron la tremenda embestida de la segunda guerra mundial (veinte millones de ciudadanos rusos muertos), y lograron convertirse en la segunda potencia mundial.

Lo que se ha llamado el sistema comunista en la Unión Soviética, nació como hemos visto sin una preparación previa. Sí que hubo rebeliones campesinas contra los grandes terratenientes que acabaron reprimidos por el ejército y la policía y huelgas y protestas de los obreros industriales, pero lo cierto es que no se trataba de una situación que contase con un movimiento campesino y obrero que hiciese irresistible su empuje. Y que, por lo tanto, tuviese preparada su alternativa de gobierno. La cosa surgió como hemos visto, y el movimiento insurreccional hizo venir a San Petersburgo a Lenin para estudiar la situación.

Una parte importante del partido se inclinó por hacerse inmediatamente con el gobierno mediante la actuación de la tropa con que contaban, y así se hizo, en medio del desbarajuste que la guerra provocaba en el país.

No era, por lo tanto, una situación apropiada para iniciar con reflexión cómo se montaba un ejército, un gobierno, una producción, unos tribunales, un comercio, que se pudieran llamar comunistas.

Todo se improvisó rápidamente, para terminar cuanto antes una guerra que les arruinaba un poco más cada día.

Se intentó montar unos órganos, formados por obreros, campesinos y soldados, los soviets, que se harían cargo de substituir a toda la administración que desaparecía, así como la organización de la nueva producción, distribución y consumo.

Pero lo cierto es que quien debió comenzar el primer día a tomar decisiones fue el gobierno formado por Lenin y sus camaradas del partido. Y este gobierno, formado por dirigentes, del partido comunista, hubo de montar todas las instituciones, dirigidas, así mismo por miembros del partido, para lograr acabar la guerra, organizar las tareas de reconstrucción, y sacar adelante un país atrasado y dominado durante siglos por los nobles, la iglesia y los militares.

Todo el aparato productivo se puso a funcionar a marchas forzadas para conseguir elevar su nivel técnico, así como para dotar adecuadamente el nuevo ejército  reorganizado.

Esta inmensa y urgente tarea no la podían dirigir, como es natural, los obreros, ni lo campesinos, ni los soldados. Los trenes, los barcos, los tanques, los cañones, las minas, las fábricas, las movían y hacían funcionar los obreros, pero los dirigían los ingenieros. La redacción de las leyes, el funcionamiento de los tribunales y de todas las instituciones, tampoco podían ponerse en manos que escasamente sabían escribir. Los movimientos de un ejército que tenía que hacer frente a los mejores ejércitos del mundo capitalista (alemanes, ingleses, franceses), tenían que estar en manos de oficiales educados en academias superiores. Por fin, la ordenación y planificación de la nueva economía, precisaba unos conocimientos técnicos, que obreros, soldados y campesinos no podían ni soñar tener en aquellos tiempos.

El propio partido comunista, para dirigir y controlar este inmenso aparato en funcionamiento necesitaba que buena parte de sus miembros estuviesen a la altura de sus funciones de control, vigilancia y dirección. Formándose así un grupo de dirigentes comunistas altamente cualificado que, de hecho, ejercían estas altas funciones.

Los obreros, los campesinos y los soldados no se podría decir que quedaron olvidados. En primer lugar, todo este inmenso aparato no tenía otra finalidad que procurarles mejor alimentación, mejores condiciones materiales de vida, mejor educación, y se puede decir que esto estaba en primer lugar, porque siempre, durante la existencia de la Unión Soviética, la mejora en las condiciones de vida de los trabajadores ha sido el norte de todos los gobiernos que han dirigido sus instituciones. Así lo han manifestado siempre.

En segundo lugar, los obreros han formado parte siempre de los órganos dirigentes, de la Unión Soviética. A veces llegaban a componer la mitad de los miembros del órgano correspondiente.

Los que llegaban a estas alturas de la dirección, es cierto que normalmente eran buenos dirigentes del partido, y por lo tanto, con una cierta formación para hablar en público, para dirigir una reunión, para comprender las consignas del partido y saber transmitirlas. Los que no tenían esta formación mínima, pronto la adquirían en sus nuevos puestos, y si no era así, su función era puramente de presencia.

Los trabajadores, en las fábricas, en el campo, de soldados en el ejército, empujaron, pusieron su esfuerzo y en muchas ocasiones su entusiasmo, en lograr lo que se les proponía, hacer un gran país en el que los trabajadores fuesen los destinatarios de todas las mejoras que se lograsen. Pero ellos no dirigieron nada, no decidieron nada. En el trabajo eran tan dependientes como los obreros trabajando para el capital. El hilo invisible que indica la dirección del capital, de los capitales, es la tasa de ganancia, donde sea mayor allí van ellos, y los trabajadores ni son consultados ni informados, han de amoldarse ellos a esos movimientos y estar a sus resultados. Como la tasa de ganancia depende en gran medida de la jornada de trabajo y del salario, el hilo invisible impondrá a los trabajadores estas dos condiciones, si no quieren que el capital emigre y los deje buscando otro capital que los quiera emplear, con la misma dependencia. Los trabajadores en el comunismo pasan a depender del plan. Salario, horario, jornada, rendimientos, etc., dependerán de los redactores del plan y de sus ejecutores, sin que los trabajadores tengan mucha influencia en las decisiones que afectan a sus condiciones de trabajo.

La práctica nos dice que los trabajadores en los países comunistas, como en los capitalistas, visto que su situación de dependencia no se piensa modificar, se inclinan por buscar las mejores condiciones de trabajo posibles.

Así se explica lo ocurrido en la Unión Soviética y sus vecinos. Y así se explica también que, en los países capitalistas, los trabajadores prefieran, en unas ocasiones gobiernos socialistas (pensiones sanidad y enseñanza a través de instituciones, con impuestos muy altos) y en otras, gobiernos conservadores que aligeren estos gastos y bajen los impuestos.

Buscar las mejores condiciones de trabajo y vida ha acabado siendo el norte de los trabajadores y sus organizaciones. Entendiendo por tales condiciones, fundamentalmente el salario, combinado éste con el sistema de pensiones, sanidad, educación, vivienda, etc.

Que la relación de trabajo, universalmente generalizada sea por cuenta ajena, ha dejado de ser un problema, ha dejado de estar en el centro de las preocupaciones de los trabajadores y sus organizaciones, partidos y sindicatos.

Mejorar sus condiciones de trabajo y de vida pasa a ser el objetivo de los trabajadores y sus organizaciones en los países capitalistas.

En los países comunistas, el Estado (es decir, el conjunto de las instituciones que dirigen la producción y aseguran su reproducción) tiene como primer objetivo también la mejora constante de las condiciones de trabajo y de vida de todos los trabajadores.

Lo que ocurre es que se trata en los dos casos de un trabajo dependiente. Del capital y su reproducción, en un caso,  y del cumplimiento del plan, en el otro.

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